Tuesday, March 31, 2020



Se murió Berrio CSM. Así lo recuerdo.

Rafael Berrio y el algebra de la existencia



Empezar a escribir del disco nuevo de Berrio cuando compartes el transformador de tu computador con alguien más y que justo se te apague y que tengas que bajar deezer en tu iphone y seguir escribiendo a mano, en este caso no es un detalle hipster de instagram, sino saber que con tipos como él, hay que respetar ese sentido de urgencia, que si se te pasa tal vez mañana no escribas de él.

A Berrio lo conocí hace muchos años por ese cover de Alaska que hizo con Amor a traición llamado Hagamos algo superficial y vulgar, y aunque no me gustó tanto quedé atento a él. Y después vino Deriva, esa banda en que ya podíamos saber que su voz y sus letras merecían mucha más atención que la que le podíamos dedicar al Donosti sound del que supuestamente venía. El primer disco de Deriva llamado “Planes de fuga” es un verdadero plan de escape. Hay demasiada mano metida, suena a electro, suena a Manchester, suena a todo lo que se te ocurra. Pero hay algo que ya sabíamos que existía ahí y son las letras y la voz de Berrio. No es tan fácil cansarte de Lou Reed y abrazar a Primal Scream y seguir escribiendo bien. Si uno escucha “menos es más” dan ganas de trollear a Calamaro, pero como acá lo queremos, no lo haremos. Lo importante de esto en realidad es que después viene el segundo disco de Deriva llamado Harresilanda.

Acá ya nos encontramos con ese poeta maldito de lo simple que terminaría explotando después en los discos solistas. Acá tenemos al Berrio que ya planeaba unir en un mismo cuerpo a Raphael, Brel, Cohen y Brassens, describiendo en canciones como “Algo delicado y difícil” ese desencuentro que existe entre las intenciones y las palabras.

Y así llegamos al disco 1971, donde de la mano de la orquesta de Joserrra Senperena, cambia los violines por las guitarras y su voz pasa a primer plano. Y nos encontramos con ese tipo de canciones que no puedes escucharlas sin que te destrocen un poco. Esto no es nostalgia de esa que te deja tranquilo ante tu presente porque ya no eres ese de antes y maduraste. No es tampoco la nostalgia del “todo pasado fue mejor” ni esa idea de rebeldía Benedettiana del no te salves.

Lo maldito en Berrio escapa demasiado a cualquier categoría que quieras ponerle para tratar de explicar que sea de esos amados por la crítica y ninguneados por la gente de “a pie”. Pero Rafael es de esos que después de haber aparecido en el mapa musical casi por fuerza con 1971, saca después su último disco que se llama diarios, y era obvio, que ese no sería un diario íntimo.

Berrio es de esa gente que no necesita el espejo de los demás para animarse más o menos con un disco. Es alguien de esos que tienen ese plan macabro que mezcla saber que cada día harán mejores discos, pero que no saben muy bien qué sentido tiene eso.

El amor lo encuentra siempre mal parado, como en “Como iba yo a saber” “Yo que no he encontrado nunca la razón de levantarme de la cama, yo que no he entendido nunca la manía que nos hace amanecer. A mí que me es lo mismo que hoy sea hoy o sea mañana”.

Berrio es de esos que escriben de lo incompleto sin sonar a excusa de lo que no logran, sino más bien de los que saben que jamás una canción o un disco podrán representar ni al amor ni a la muerte. Por eso, cada disco de Rafael, se acerca cada vez más, a lo difícil de vivir y tener que escribir de eso sin que sea una etiqueta de supermercado.
Cómo iba yo a saber que en estos tiempos de mierda se iba encima a ir uno de los más grandes.

"Yo, que no he encontrado nunca la razón de levantarme de la cama.
Yo, que no he entendido nunca la manía que nos hace amanecer.
A mí, que me es lo mismo que hoy sea hoy o sea mañana,
Díme tú amor mío, cómo iba yo a saber.
Yo, que he juzgado el mundo en torno a mí como una inhóspita intemperie.
Yo que he sido una crisálida indiferente hasta ayer.
Yo que en el fondo he amado siempre la rutina de los días en serie,
Díme tú amor mío, cómo iba yo a saber.
Cómo iba yo a saber, cómo iba yo a saber
Cómo iba yo a saber, cómo iba yo a saber
Cuando nada se espera".