Saturday, July 28, 2012

Los Juegos Olímpicos: Pierre Bourdieu

¿Qué entendemos exactamente cuando hablamos de juegos olímpicos? El referente aparente es la manifestación “real”, es decir, un espectáculo propiamente deportivo, una confrontación entre atletas procedentes de todo el mundo que se lleva a cabo en nombre de unos ideales universalistas, y un ritual, de marcado tono nacional, cuando no nacionalista, con desfile de los equipos de los diversos países y entrega de medallas solemnizadas con banderas e himnos. El referente oculto es el conjunto de las representaciones de este espectáculo que filman y difunden las televisiones de los diferentes países, las cuales realizan una selección nacional de la materia bruta, que se supone indiferenciada nacionalmente (puesto que la competición es internacional), presente en el estadio. Un referente doblemente oculto, puesto que nadie lo ve en su totalidad y nadie ve lo que no ve, ya que cada telespectador puede tener la ilusión de ver el espectáculo olímpico en su verdad. Dado que cada televisión nacional otorga tanto más espacio a un atleta o una práctica deportiva cuanto más satisfacción pueda dar al orgullo nacional o nacionalista, la representación televisiva, aunque se presente como una mera grabación, transforma la competencia deportiva entre atletas procedentes de todo el mundo en una confrontación entre los campeones (en el sentido de combatientes debidamente delegados) de diferentes naciones. Para comprender este proceso de transmutación simbólica, habría que analizar en primer lugar la construcción social del espectáculo, de las propias competiciones, así como de todas las manifestaciones que las rodean, por ejemplo, los desfiles de apertura y de clausura. Después, habría que analizar la producción de la imagen televisada de ese espectáculo, que, en tanto que soporte de cuñas publicitarias, se convierte en un producto comercial sometida a la lógica del mercado y, por consiguiente, ha de concebirse de modo que alcance a la audiencia más amplia posible y retenga su atención al mayor tiempo posible; para ello, además de tener que ofrecerse a las horas de mayor audiencia en los países económicamente dominantes, ha de atender a las exigencias de los espectadores y amoldarse a las preferencias de los diferentes públicos nacionales por este o aquel deporte e incluso a las expectativas nacionales o nacionalistas, mediante una selección sagaz de los deportes y las pruebas susceptibles de aportar éxitos a sus ciudadanos y satisfacciones a sus nacionalismos. De lo que resulta, por ejemplo, que el peso relativo de los diferentes deportes en las organizaciones deportivas internacionales tiende a depender cada vez más de su éxito televisivo y de los beneficios económicos subsiguientes. Los constreñimientos de la difusión televisada también influyen cada vez más en la selección de los deportes olímpicos y de los lugares y de los momentos que se les asignan, así como en el propio desarrollo de las pruebas y de las ceremonias. Así, en los Juegos de Seúl los horarios de las finales decisivas de atletismo se establecieron (al cabo de unas negociaciones sancionadas por fabulosas contrapartidas económicas) de forma que coincidieron con las horas de máxima audiencia en los Estado Unidos, al principio de la programación de noche. Por lo tanto, habría que tomar como objeto el conjunto del campo de producción de los juegos olímpicos en tanto que espectáculo televisado o, mejor aún, en el lenguaje del marketing, en tanto que “utensilio de comunicación”, es decir, el conjunto de las relaciones objetivas entre los agentes y las instituciones comprometidos en la competencia por la producción y la comercialización de las imágenes y los discursos sobre los juegos: el Comité Olímpico Internacional (COI), progresivamente convertido en una gran empresa comercial con un presupuesto anual de veinte millones de dólares, dominado por una redecilla camarilla de las grandes marcas industriales (Adidas, Coca-Cola, etc.,) que controla la venta de los derechos de retransmisión (estimados, para Barcelona, en 633.000 millones de dólares) y de patrocinio, así como la selección de las ciudades olímpicas; las grandes compañías de televisión, sobre todo americanas, que compiten (a escala nacional o de área lingüística) por los derechos de retransmisión; las grandes empresas multinacionales (Coca-Cola, Kodak, Ricoh, Philips, etc.,) que compiten por los derechos mundiales para la asociación en exclusiva de sus productos con los juegos olímpicos (en tanto que “proveedores oficiales” ),2 y, por último, los productores de imágenes y de comentarios para la televisión, la radio y la prensa (que fueron diez mil en Barcelona), inmersos en unas relaciones de competencia susceptibles de orientar su trabajo individual y colectivo de construcción de la representación de los juegos, selección, encuadre y montaje de las imágenes, elaboración del comentario. Habría que analizar, finalmente, los diferentes efectos de la intensificación de la competencia entre las naciones que la televisión ha producido a través de la planetarización del espectáculo olímpico, como la aparición de políticas deportivas estatales orientadas hacia los éxitos internacionales, la explotación simbólica y económica de las victorias y la industrialización de la producción deportiva, que implica recurrir al dopaje y a formas autoritarias de entrenamiento.3 De es mismo modo que, en la producción artística, la actividad directamente visible del artista oculta la acción de todos los agentes, críticos, directores de galería, conservadores de museos, etc., que al competir, y a través de esa misma competencia, contribuyen a producir el significado y el valor de la obra de arte y del artista, que está en la base de todo el juego artístico,4 en el juego deportivo el campeón, velocista de los cien metros lisos o atleta de decatlón, no es más que el sujeto aparente de un espectáculo que en cierto modo se representa dos veces:5 la primera para todo un conjunto de agentes, atletas, entrenadores, médicos, organizadores, jueces, cronometradores, escenógrafos de todo el ceremonial, que contribuyen al buen desarrollo de la competición deportiva en el estadio, y la segunda para todos los que producen la reproducción en imágenes y en discursos... ------------------------------------------- Notas * Artículo extraído de Bourdieu, Pierre, Sobre la televisión, tr. Thomas Kauf, Barcelona, Anagrama, 1997, pp. 119-124. 1 Este texto resume una ponencia presentada en la reunión anual de la Sociedad Filosófica para el Estudio del Deporte, celebrada en Berlín el 2 de octubre de 1992. 2 A los patrocinadores les propusieron un “paquete de comunicación completo basado en la exclusiva porcategoría de producto y la continuidad del mensaje a los largo de un periodo de cuatro años. El programa para cada uno de los setenta y cinco partidos incluía la publicidad en el estadio, el título del proveedor oficial, el uso de mascotas y emblemas, así como posibilidades de franquicia”. Por 70 millones de francos, cada patrocinador tenía la posibilidad, en 1986, de poseer su parte del “mayor acontecimiento televisado mundial” con una “exposición única, mucho más importante que en cualquier otro deporte”. (Véase V. Simson y A. Jennings, Main Basse sur le JO, París, Flammarion, 1992, p.137.) 3 El deporte de alta competición utiliza cada vez más una tecnología industrial que tiende a transformar el cuerpo humano en una máquina eficaz e inagotable mediante la aportación de diferentes ciencias biológicas y psicológicas. La lógica de la competencia entre los equipos nacionales y los Estado impone cada vez más el recurso a estimulantes prohibidos y a métodos de entrenamiento sospechosos. (Véase J. Hobberman, MortalEngines, The Science of Performance and the Dehumanization of Sport, Nueva York, The Free Press, 1992.) 4 Véase Pierre Bourdieu, Les règles de l’art, París, Éd. du Seuil, 1992. (Hay traducción al castellano: Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario, Barcelona, Anagrama, 1995.) 5 Un indicador brutal del peso real de los diferentes actores del showbusiness olímpico son los obsequios entregados por las autoridades coreanas a las diferentes personalidades, cuyo valor era de 1.100 dólares para los miembros del COI a 110 dólares para los atletas. (Véase V. Simson y A. Jennings, Main basse sur les JO, op. cit., p. 201.) de ese espectáculo, las más de las veces sometidos a la presión de la competencia y de todo el sistema de coerciones que les impone la red de relaciones objetivas en las que se hallan inmersos. Sólo a condición de llevar a cabo una investigación y una reflexión, con el objetivo de hacer aflorar a la conciencia los mecanismos que rigen las prácticas de los agentes comprometidos en esta construcción social a dos niveles, podrían asegurarse quienes participan en el acontecimiento global que designamos cuando hablamos de “juegos olímpicos” un dominio colectivo de esos mecanismos, cuyos efectos padece cada uno de ellos, lo cual repercutiría en la acción que ejercen sobre los demás agentes y propiciaría el florecimiento de las potencialidades de universalismo, actualmente en peligro de extinción, que contienen los juegos olímpicos. Fuente: http://sociologiac.net/biblio/Bourdieu_LosJuegosOlimpicos.pdf

Thursday, July 19, 2012

140 menesteres

Twitter a veces funciona como algo más real que lo real. Bloquear a alguien en la realidad es mil veces más complejo pero al mismo tiempo te enfrenta con más atados que los que quisieras tener. La facilidad con que a veces se descarta al que piensa demasiado distinto o la idea de que pelear por tus derechos es putear al CM de turno es una especie de libertad comprada a cuotas. Últimamente me he entretenido demasiado siguiendo conversaciones club de tobi y esmerándome en leer cómo es tratado el que opina y no forma parte del grupito. Al principio se lo ignora probablemente porque se lo trata como un atention whore 2.0. Un pobre hueón desubicado que osa entrar a ese círculo de hierro de años de historias de colegios y códigos compartidos desde la cuna. Pero eso en todo caso uno ya lo sabía. Lo que me parece más interesante es esa manera que tienen muchos de hacer lo que uno que es futbolero o que ha jugado basket alguna vez se llama pantalla. No voy a citar cosas específicas porque no soy Villegas, pero sí me interesa decir que las alabanzas que muchos suelen hacer a gente que vive por y en twitter a veces dan más vergüenza ajena que las obras completas de Paty Maldonado el día que las haga. Esa liviandad para postear pelotudeces supremas de amigos sin tener una mínima distancia de poder leerlas fuera de esa hermandad de colegio cuico, me parece en serio muy divertida. ¿han leído a veces esas cosas que llaman novedosas? ¿o espontáneas? ¿o maestras?. Y para no perderme quiero ir a lo siguiente. Lo más patético de esos gestos es que nuevamente dejan de pensar en el otro, lo otro o como quieran llamarlo. No son capaces de leer a sus amigos sin lamer suelas. Yo leo mil veces cosas de amigos míos fuera y dentro de twitter. A veces les he dicho: hueón no lo publiques y si tengo que decir algo que me molesta suelo putear por DM. Lo que sí sé es que no tengo la obligación jamás de alimentar lo que me parece malo o pelotudo. Y no se trata de ser más o menos objetivo, se trata a veces de leer en serio a tus amigos antes de hacerles lobby. Y acá llegamos a lo siguiente: Creo seriamente que mucha gente sube al olimpo incluso cosas que ni lee. Les vasta la amistad y el gesto teletoniano. Y déjenme decirles que eso que a veces se les escapa demuestra de una manera macabra, la madera de la que están hechos y hechas. Les enseñaron desde la infancia esa lógica del patronazgo que dice que si ayudas y le caes bien a los tuyos habrá dividendos. Y no querida gente. La verdadera amistad es esa que estás dispuesto a perder día a día. Y ufffffffff, tanta rémora twittera que nunca pierde nada. Que quiere ser Paulman o embajador de Pulmann para viajar gratis aún sabiendo que el olor de los buses de provincia les dan asco. Tanto hueón y hueona subido al columpio de la fama efímera que ni ellos se la creen, que me gustaría ser embajador de Fantuzzi para publicitar cuchillos cortadores de columpios. Que lindo nicho sería ese. Un reality de twitteros enfrentados a la fama y que cuando pierden uno les corta la soga y los manda al pozo c3 del 1.0. Un pozo donde tengan que partir del 0.0 con su CV y lidiar con un mundo sin contactos. Ojo, no me molestan los contactos que tengan. Me molesta que sobrevivan tanto de las opiniones de los demás. Si tienes contactos, ok úsalos, pero ¿nunca se te ocurrió que otros no los tienen y que por último estas obligado a ser menos pelotudo? ¿O por lo menos a creerte un poco menos bacán? Trollean al troll a veces amparados en una meritocracia que incluso ni se han ganado. Tanto publicista que le llama película a un comercial, tanto actor que cree que actúa bien por salir en la tele. Tanto bla bla bla sobre el éxito y tanto pelotudo que cree que todo el que critica su lugar privilegiado lo envidia, que a veces hasta los redset de Peñalolen son al lado de uds Bakunin. En serio me extraña que suelan sentirse tan bien y apoyar campañas sociales sobre “lo otro”. Gays, travestis, pobres, sin tener ni un puto segundo de autocrítica. ¿en serio no te parece contradictorio ser la cara de Ripley y andar por la vida hablando de ecología tipo Bono? No critico el hecho de que demasiada gente sea así. Sí critico que me vengas a vender la pomada estilo que tu nana ha sido siempre feliz con una familia ajena. Critico que la única nana no explotada tenga que convertirse en secretaria ejecutiva o que su felicidad sea salir a trotar como su patrona al estilo del final de La nana. Hueones tarados del mundo. Trotar es un lujo. Anda a correr por el campo y mira con la cara que te ven los que trabajan todo el día haciendo del ejercicio una obligación y no una elección. Déjenme de romper las pelotas de una vez por todas. En serio me molesta que crean que su pomada saldrá de su condominio con guardias que los protegen de lo ominoso. Vean de nuevo “the it” y sabrán que todo eso no nombrable, son los pobres que algún día llegarán al Liguria, no a pedirles limosna sino a comerse la plateada que se merecen desde hace mil siglos. Tu libertad de cuerpo, tus películas donde das el alma que son comerciales, tus producciones de arte síguelas haciendo pero quiero que sepas, que sólo te compra la pomada la gente que depende de ti.