Sunday, February 11, 2007

el sentido no sabe nadar y la nada es campeona olimpica



No cambies nunca.
Ya no eres el mismo de antes.

En estas dos líneas creo que se juega gran parte de lo que se pide y se entrega en las relaciones de pareja.
De partida.
¿Quién es el que juzga ese cambio?
¿El que lo ve de afuera o el que cambia?
¿Si el que cambia es este testigo del cambio del otro, no verá cambios en todos lados?
¿Los cambios en el otro no será miedo a sus propios cambios?
Y por otra parte.
¿No estamos todos destinados a cambiar?
No me imagino que alguien siga igual por ejemplo si entra a trabajar y se va a vivir solo.
Si conoce a alguien que lo hace pensar dos veces y se enamora de eso.
Si ya no es tan fácil volver llorando a la casa de tus padres.
Si los fracasos cada vez pesan más y se confunden a veces con la sobreexigencia.
Si la edad ya no te hace pensar en lo que vendrá sino en lo que se devuelve o cae.

Si eso que cambia no estaba presupuestado para las certezas del que va más lento, cambiaste para peor y se suele enarbolar el famoso “Ya no eres el mismo que yo conocí”.
Si los dos cambian rápido hacia el mismo lugar, pueden aburrirse, competir o disfrutar de la novedad.
Si el que va más rápido empieza a encontrar al otro paleolítico, puede enarbolar diversas formas del Yo cambié y tú eres el mismo.
Lo único que te ha cambiado es la guata y la variedad de caprichos idiotas que has aumentado con el correr de los años.
En la guerra a veces hay mejores tratos que en las relaciones de pareja.
Por lo menos en la guerra, a veces se muere rápido o el sufrimiento proviene de supuestamente un enemigo oficializado.
Lo más parecido a esto, en una casa en común, es cuando se hace necesario un mapa que delimite a los países en conflicto.
Tu lado de la cama. Tus horarios. Tus obligaciones.
Es el ejercicio de comprobar a lo que se ha llegado y la PSU para que uno de los dos salga a otra vida.
A veces la guerra guerra no nos pertenece. Si ni elegimos el país en el que nacer menos a veces elegimos defenderlo con sangre.
En la guerra si el otro no está de acuerdo lo matamos.
En las relaciones lo más cercano a esto, es desear que el otro por fin se convenza, de que hace rato que es un muerto o que sería beneficioso para los dos que se muriera.
Matarlo así nomás no tiene gracia.
Tal vez por esto, la mayor parte de los crímenes llamados pasionales terminan con el asesino suicidándose.
Si no estás conmigo prefiero que no estés.
Que lógica más patética.
Prefiero a los que dicen voy a dedicarme prolijamente a hacerte la vida imposible.
Esos por lo menos traman y el otro en algún lugar puede defenderse o intuir que los últimos raros sucesos en donde las cosas le han salido demasiado mal, coinciden con un quiebre, un rompimiento o como se dice ahora una separación.
¿Qué quiere decir realmente esta palabra?
Intentaré una pequeña explicación de lo que me parece.
Podemos hablar sin decir nada. Este blog a veces es un buen ejemplo de esto.
Podemos estar todo el día con alguien y en realidad estar con nosotros mismos ya que se espera que el otro no sea otro sino una segunda parte de uno y viceversa. La famosa media naranja pero sin complemento.
A veces las parejas que hablan en plural retratan esto.
“Nos encantó la película”.
Uno de los dos puede ser que no tenía ganas de discutir y se dedicó a asentir. Es notable cuando ese que asiente tiene que argumentar la razón de su encantamiento con dicho film. Los costos de su idiotez se redoblan al tener que encima defenderla.
Debo agradecerles en todo caso por hacer divertidas muchas cenas aburridísimas.
Si tiene la mala suerte o la estupidez de estar con alguien que hable por él, sólo tiene que poner cara de estar pensando y antes de que pueda decir algo la susodicha hablará por él.
Si se pone a soplarle y él la sigue, ya estamos en presencia de un idiota profesional y tengan cuidado porque a veces contagian.

Entonces volviendo a lo anterior, muchas veces la separación es sólo la muestra física de algo que incluso antes era peor porque no se nombraba o quería pegarse con cola fría.
Lo más triste es que buscar el rastro del momento en donde las cosas empezaron a despegarse o cuándo es que la pared que pintaron juntos se empezó a descascarar, es un ejercicio inútil.
Es estéril la mayor parte de las veces, ya que lo haces ya desde el odio, el cansancio o la indiferencia. Es como que el no tan depresivo le diga al depresivo que no se preocupe porque todo va a estar bien.
Lo que es a veces la idiotez vestida de buenas intenciones.
¿Cómo va a estar todo bien si justamente lo que lo tiene deprimido es no poder ver eso?
Otra de las posibilidades es que se olvidó, conciente o no, de tragarse la píldora de la felicidad con el desayuno o los matinales, y la realidad, o su construcción más bien, lo tiene triste de verdad en sus dos sentidos, por lo que puede decir que la realidad es la depresiva.
El sentido que dice que en verdad está triste y el otro, que puede entenderse como que mucha verdad suele deprimir, crear nihilistas o gente que está tan colmada de verdad, que si no la predica puede llegar a explotar.
En las parejas también hay predicadores y si están más avanzados, videntes.
En un principio, si es que las visiones son compartidas todo es hermoso, incluso uno. Es tan así a veces que el destino es el que te compra la ropa, decide que no es necesario arreglarse antes de salir porque te aman a veces incluso con viruela.
Sólo es cuestión de esperar a ver que milagros vienen.
Todo es una señal de que no están equivocados en estar juntos.
Todo es una catarata de milagros, sonrisas y frases dichas al mismo tiempo, lo que comienza a generar la confianza para poder reír estúpidamente.
No importa, el amor es más fuerte decían en la película de Tanguito.
Pero no estemos tan seguros, porque si se trata de buscar la otra cara, tenemos a kitchens of distinction titulando un disco love is hell.
Muchas veces esa estupidez feliz te impide pensar, porque ¿para qué pensar si somos estúpidamente felices?
Si un ratón está por ejemplo en una caja y se lo alimenta y se le dan todas las comodidades probablemente se demore mucho en empezar a pensar como salir de ahí pero si hacemos el ejercicio contrario, tenemos a todos los torturadores pro ciencia que se dedicaron a estudiar la conducta a partir por ejemplo de la deprivación.
¿Cuántos casos hay por ejemplo de músicos que cuando se enamoraron cagaron?.
Se pusieron a escribir idioteces porque lo pasaban mejor sin escribir.
Muchas veces entre un cuerpo y una página en blanco no hay donde perderse.
¿Cuántas obras salieron producto de la desesperación, la pobreza o la locura?
No quiero hacer una apología al poeta maldito ni decir que la realidad está en lo más profundo de la cloaca, sino sólo hacer una constatación de lo que me parece un dato repetido.
Cuando ya pasó esta etapa de absolutismo idiotizante o ya se empezaron a cansar de él, hay que empezar a defender en lo que ya están metidos.
Empieza a veces a aparecer el futuro como consejero.
Que en el futuro esto, que en el futuro esto otro.
Y el tiempo empieza a veces a vivirse a crédito.
El sexo se empieza a convertir a veces en una tarea que hay que hacer antes de que te den permiso para salir a jugar y a veces también encuentras, que los intentos de novedad del otro son forzados, torpes y demasiado calculados.
Puedes culparte tú, puedes culparla a ella, puedes culpar a la relación pero ya la culpa está en todos lados. Puedes matarte tratando de arreglar el jarrón baleado por la mágnum de harry el sucio, empezar a mirar para el lado o derechamente salirte de la cancha y pedir cambio.
Luego…….
Novedad, novedad, novedad.
O
Soledad, soledad, soledad.
O películas hasta decir basta, que te recuerden que las parejas perfectas existen y no tienen nada de perfectas.
O las canciones.
O la botella que en realidad es una relación pagada.
O la culpa que no se cansará hasta que te sientas un desconocido para ti mismo y te venderá la pomada de que tienes que hacer algo para remediar todos tus fracasos.
Si te toca alguien que realmente se cansa, el único remedio es dedicarte a hacer todo el ridículo posible en un ser humano. Esperando que toques alguna fibra que no tienes la más puta idea dónde está.
Si te toca alguien que quiere hacerte sentir culpable, puedes llegar a odiarla rápidamente por el cansancio de rebelarte eternamente o puedes empezar a probarte el disfraz de marioneta.
Suele suceder que estas dos posiciones se intercalan bastante seguido de la siguiente manera:
Me rebelo porque así me siento más yo mismo, con el costo, de que de tanto existir rebelándote hacia afuera terminas siendo lo contrario del otro pero no eres nada más que un espejo invertido.
Y una vez que te rebelaste te da culpa y la expiación se transforma en querer ser lo que esperan de ti. Otra vez te pierdes.

En este terrible laberinto sólo tal vez se encuentre la salida sin creer que afuera estará la felicidad y animándote a decir que la vida es un laberinto. Que tendrás que acostumbrarte a que se rían de ti queriéndote porque es lo más real que podrás tener.
Lo otro dura poco. Si no se rien de ti en algún momento tus defectos serán realmente defectos y no diferencias.
La torpeza será un error y no un intento, que ya dijo algo, aún saliendo de lo planeado.
A Bridget Jones la deportarán.
Ya no nos reiremos de nuestras torpezas sino que convertiremos la risa en una orden disfrazada.
En un puta que me haces ver mal frente a mis amigos, en vez de ser una complicidad ante lo que a veces ninguno de los dos maneja pero se comparte como la última comida del ahorcado.
Tal vez esto último sea lo más cercano que puedo llegar para definir o más bien rodear lo que algunos llaman amor.
No sé realmente que es eso.
Carver titula un libro “de qué hablamos cuando hablamos de amor” y yo digo que a veces hablar o balbucear o callar es hablar del amor o la falta de él.
Ya no sé que es y creo acercarme justamente más a eso que llaman amor.
González dice:
caminando en el frio me pregunto
si no ha nacido alguna chiquilla
que no sepa amar
y quiera inventar una nueva forma

El gigante a veces de Lloyd Cole arriesga aún más:

I believe in love, Ill believe in anything
Thats gonna get me what I want and get me off my knees
Then well burn your house down, dont it feel so good
Theres a forest fire every time we get together
Doo doo doo, doo doo doo doo doo doo
Doo doo doo doo doo, doo doo doo doo doo doo

Smog se despacha un himno sobre el arrepentimiento y donde la ausencia es 100 veces más presente que la presencia. Démonos un tiempo se le llama a esto.

All your women things
All your frilly things
Scattered 'round my room
Right where you left them
When you left them
Scattered 'round my room

All your hardness
All your softness
And your mercy

All your bridges and bras
Your cotton
and gauze
All your buckles and straps
Releases and traps
All your screws
and false nails
Oriental winks
and Egyptian veils

Oh all of these things
I gathered them
And I made a dolly
I made a dolly
A spread-eagle dolly
Out of your frilly things

Why couldn't I have loved you
This tenderly
When you were here
In the flesh
So tenderly

How could I ignore
Your left breast
Your right breast

How could I ignore
Your hardness
Your softness
And your mercy

Well it's been seven years
And the thought of your name
Still makes me
Weak in the knees

How could I ignore
Your left breast
Your right breast


Merrit como siempre, desliza en la ironía, la razón por la que la verdad le putea tanto.

It makes you blind, it does you in
It makes you think you're pretty tough
It makes you prone to crime and sin
It makes you say thing off the cuff
It's very small and made of glass
and grossly over-advertised
It turns a genius into an ass
and makes a fool think he is wise
It could make you regret your birth
or turn cartwheels in your best suit
It costs a lot more than it's worth
and yet there is no substitute
They keep it on a higher shelf
the older and more pure it grows
It has no color in itself
but it can make you see rainbows
You can find it at the Bowery
or you can find it at Elaine's
It makes your words more flowery
It makes the sun shine, makes it rain
You just get what they put in
and they never put in enough
Love is like a bottle of gin
but a bottle of gin is not like love

O sea que el amor es como una botella de gin pero una botella de gin no es como el amor.
No explicaré por qué amo tanto a ese señor de magnetic fields. Ni diré por qué el amor es como una botella de gin pero una botella de gin no es como el amor porque ya cité demasiado explícitamente.
Lo que me hace arriesgarme a decir porque se me acaba de ocurrir, que una buena definición de uno mismo, es una cita a ciegas.
Uno, porque no sabemos cuando Jekyl se llevará bien con hyde.
Dos, porque gran parte de los que somos es una cita de momentos, de palabras dichas aún cuando todavía no sabíamos hablar e incluso nuestro nombre es también una cita.
Esta cita que ya lleva 5 páginas me ha cansado bastante, por lo que debo multiplicar eso por 5 para imaginar, que si es que alguien ha llegado hasta acá con la secreta esperanza de por fin encontrar la lógica, debe querer matarme.
Y escupirá sobre la tumba, cuando vea el precipicio por el que caerá lo que sí explicaré a continuación, que no es ni mi amor por Merrit ni el dilema de la botella de gin.
Es más bien una eyaculación precoz del intento de hablar sobre el amor.
¿Suena feo?
Me conformo con que suene.
Lo explicaré a puro insomnio y palabras cansadas, que también a veces se parecen al amor, si es que es posible que él alguna vez se parezca a sí mismo.
Iba a empezar este final diciendo Sólo te salva y recordé ese poema de Benedetti que ahora encuentro siútico que decía no te salves, no te salves, no te salves. La platea ruge de emoción pero ¿quién no quiere salvarse aunque sea en la forma de no salvarse?
Tantas metáforas idiotas que describen el lado oscuro del corazón y camas que se tragan gente porque el dueño no se las traga, venden una idea que fabrica los mismos rambos que son el enemigo.
Si no me salvo ni ahora ni nunca ¿qué me dice que cuando no me estoy salvando si me salvo?
Si no puedo querer con desgana ¿querer no acepta el desgano como parte del comienzo o el fin de las ganas?
Ya lo dice Daniela Romo:
Dame un beso No No
Dame un beso No No
Despues de hacer la guerra haremos el amor
Es increible que bien saben las caricias tras la reconciliación

A veces la desgana del otro da ganas. A veces demasiadas ganas traen pocas ganas. A veces que alguien tenga que ganar desgana. ¿Entonces por que ese fascismo disfrazado de NO?
Niño deja ya de joder con la pelota que eso no se dice que eso no se hace que eso no se toca. Niño, no te salves porque si lo haces quedarás del lado de los que gritan el que se salva es Pinochet.
Si le hiciera caso a todos los no de Benedetti no estaría escribiendo esto porque ya me habría muerto de un infarto por no dormir sin sueño o pensarme sin sangre o me habría atropellado un auto por no quedarme inmóvil al borde del camino.
El que se salva no puede estar con él y el que no se salva puede salvarse, enarbolando el no salvarse como el nuevo estilo de baile.
En una de esas voy a necesitar que me salven, si es que a los fanáticos de Benedetti les cae mal esto y contradiciendo a su maestro, deciden no salvarme de ellos mismos una vez que quieran sacarme la chucha.
Bueno, vuelvo desde la tierra del déficit atencional para llegar hasta acá y decir, que eso que llamamos amor, podríamos llamarlo “eso que llamamos amor” y pensarlo, dentro de muchas otras cosas, como una forma de salvarse o de condenarse queriendo salvarse.
Si no están de acuerdo conmigo no se salven y punto.
A mí me salva que se rían de mí pero no para que cuando no haya nadie más, me pasen el manual de Carreño.
Me salvan las mujeres que sorprenden y no las que hablan para caer bien midiendo las palabras, no para decirlo mejor sino para acomodarse más a la platea.
Me salva más la torpeza arriesgada que la perfección calculada.
Me salva el cálculo cuando está a veces al servicio de la sorpresa y no de no aceptar hacer las cosas mal.
Me salva el hecho de que no me quieran salvar siempre.
Me salva la que se ríe si no eres un actor porno que marca la tarjeta a la 1 y se va a las 10 de la mañana.
Me salva la que a veces para muchos no salva a nadie.
Me salva la que me tiene escribiendo esto con un dolor de garganta que no me quiere salvar de él.
Me salva haber entendido una vez que “El otro también existe” para dejar de intentar salvar a todos de mi tiranía.
Me salva esto mismo de la que quiere culparte de todos sus males y del atraso que tuvo en la búsqueda del tiempo perdido. O sea, del atraso que tuvo en dejarte.
Me salva la que puede escuchar más que lo que espera que sea una confirmación de lo que ya pensaba.
Me salva la que puede bailar hasta las 10 de la mañana o ver una película sin que esto último sea lo que uno debiera hacer en el futuro para ser realmente adulto.
Me salva la que no está de acuerdo conmigo y discute a muerte pero no lo hace porque quiere convencer a los demás de que en realidad no soy así.
Todo esto me salva pero no es ni una parte de “eso que llamamos amor” porque también hay que no querer salvar.
Abandonémonos, salvémonos cuando uno lo quiere y cuando no también, odiémonos, separémonos.
Todo entra porque no sé aún, que mierda es “eso que llamamos amor”.
Lo que si sé, es que algo tienes para decir al respecto.

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