Tuesday, February 06, 2007

su fan numero uno quiere saludarlo



The wind pulls me around and everything it touches turns weak
An antique or an eyelash stuck to your cheek
The paper thin skin of the crowd chasing you down a long and
Dead end trail with a guilt no alibi can curtail

The world is held together by the wind
That blows through Gena Rowland´s hair

Land ahoy fill my weak lung with this joy-dizzy on the deck i hope
I last until we land with an envelope burning a hole in my hand
Bearing the names of the winners who walked away from the
Games that the slaves like to play to replace the air and the sea
Leaving you no way to fly to me

Trough the window the warm summer wind does a 2-step
I wish there was some way i could keep it
And clear away the mission St. In my head that
Keeps this watery weariness in your bed and
Sets up more windmills that i'll waste my time missing
When it should just be your lips that i´m kissing
Don't tell me that you don't hear
The clock ticking on the shelf by our bed it´s near
There's a light turning green just like fear
There's a light that turns green and leaves us without a prayer

What holds the world together
American Music Club

Hoy es día de hablar de esos momentos que parecieran ser sólo fábulas, de esos pedazos de realidad que añoramos como buenos groupies que somos de nuestras propias fantasías y que tratamos por todos los medios de seguir manteniendo a pesar de los años.

Hoy es día de hablar de esos encuentros que uno espera toda la vida y que jamás salen como lo esperabas porque la realidad te cachetea con la suave comprensión de los hechos.

La historia es de alguien que se llama igual que yo y que creo que soy yo aunque le gustaría cambiar los finales o por lo menos los prólogos para que el carnet no tambalee.

La banda de sonido de esta historia es un disco de American Music Club llamado San Francisco. El último respiro de la banda de Mark Eitzel tratando de lidiar con lo que pudo haber sido la fama, de la cual nunca fueron muy protagonistas.

La historia comienza con la primera vez que escuché un disco llamado california y sobre todo una canción llamada 'Jenny' y un estribillo que decía "otra fiesta estúpida de nuevo, celebrando por nada de nuevo".

Si creyera en la reencarnación habría pensado que me dieron todo menos la lucidez y una voz decente, porque por un minuto de mi vida podría haber sido yo el que estaba cantando o resumiendo parte de mi adolescencia en un par de estrofas, o que mi amigo imaginario retrasado algunos años, estaba ahí frente a mí, mostrándome que alguien más podía acompañarme que no fuera mi personal y el cassette ya gastado de los Smiths.

Tengo que decir que Mark Eitzel fue mi mejor amigo por mucho tiempo y que escribir esto es una forma de compartir mi experiencia o mi estupidez al mismo tiempo que tratar de demostrar que hay cosas que la realidad no podrá cambiar.

Toda mi vida tuve la fantasía de imaginarme terminándome una botella de whisky con Mark Eitzel o siendo su barman mientras sonaba la frase "Some bartenders have the gift of pardon" mientras yo le decía torpemente : "don´t worry, Mark" hay cosas peores o terminaba dándole consejos sobre un acorde que me sonaba raro o hablando de que esa mujer no le convenía.

Hubo un tiempo en que pensé que debía pensar más seriamente en Dios o en una visión más moderna de la reencarnación porque alguien estaba viviendo lo mismo que yo en otro lugar del mundo e incluso me mandaba recados en un idioma que sólo nosotros entendíamos y que algún día sería descifrado para que no fuera sólo una locura propia.

A veces es mejor guardar las fantasías bajo la ignorancia de lo no correspondido, lejos de la ley de Murphy y la realidad, aunque también es bonito contrastarlas con eso que uno nunca pensó que podría suceder, como por ejemplo escuchar y ver a Mark Eitzel en vivo en Santiago de Chile a tres pasos tuyos.

Tengo que aceptar que toda relación con la realidad fue mera coincidencia porque nunca entendí muy bien cómo yo estaba ahí mientras 10000 cantantes o grupos podrían haber estado ahí antes que él y no se trata de esa argumentación idiota de yo lo conocí primero sino que él siempre me parece un poco desubicado, como no encajando demasiado, como si sus canciones superaran a eso que es él y lo hubieran abducido y sólo quedara el envase.

Se paró del sillón, cantó sin micrófono, se enojó cuando en una frase de una canción que decía "Extasis of love" parte del público festejó lo que le sonó a droga y aún así, algo de esa noche se quedó ahí junto con parte de mi historia, timidez y vergüenza al gritar desde el público que cantara 'Channel n5' o 'Blue and grey t-shirt', dos memorables canciones de American Music Club que se asemejan a pedirle a kurt cobain que toque 'Smell like teen spirit' o a Morrissey 'Ask'.

Me quedo con la sensación de que por lo menos exigí mi pedazo de historia invertida y que no soy como esa persona que en un recital de Redolés le pidió una de Serrat, ni como esos gringos que a Lemonheads en Buenos Aires le pidieron cinco veces 'Ms Robinson' y que Evan Dando con menos paciencia les contestó "fuck you".

Quise enterrarme pero me contestó con 'I've mess' del disco Mercury que es de ese tipo de canciones increíbles pero que en los surcos de los discos quedan inmaculadas como 'I started something I couldn't finish' del Strangeways here we come porque son de esas canciones que te dan ganas de tomarte todos los ansiolíticos de tu vieja.

Para los que no fueron les puedo decir que un gordito depresivo se desarmó en un escenario y que todavía andan tratando de juntar los pedazos de los cuales yo por lo menos me quedé con su caligrafía al anotar los temas que iba a tocar y que en el décimo lugar figuraba 'Channel n5' y en el duodécimo 'Jenny' por lo que todo parece una especie de cuento de Stephen King que no termina ahí porque todavía falta el encuentro con el monstruo hecho de realidad.

Los que todavía no se hayan aburrido imagínense que si esto fuera una película o más bien un guión de una película diría ahora algo así como: dos días después, casa de Jim (amigo del productor, canadiense) almuerzo.

Se ven sentados en un sillón Sam Prekop y Mark Eitzel hablando acerca de la hora en que va a llegar John McEntire. Sentados alrededor están Roberto Denegri y Jim. Se ve una mesa con comida y una botella de whisky vaciada en su mayor parte por Mark Eitzel haciendo honor a su fama de borracho.

En ese momento llego con Cristian Araya con la idea de hacer una entrevista con Sam Prekop y si es posible con Mark Eitzel (razón por la que sobretodo voy). Aquí es donde se enfrenta la realidad con esas imágenes inmaculadas que nos construimos de las cosas que son importantes para nosotros, es como imaginarse a Emanuelle Beart lavando los platos (mejor busquen sus propios ejemplos porque este no es el más apropiado) o contrastar lo que fantaseamos con lo que podríamos odiar de esa fantasía al mismo tiempo.

Si el universo entero pensara al mismo tiempo no podría imaginarse peor introducción que que te presenten como el fanático número uno de American Music Club y uno de los primeros que han escrito en Chile acerca de ellos, sobretodo si sé que Mark Eitzel odia a los periodistas porque siempre le preguntan acerca de la razón oculta en sus canciones a lo que responde que escribe justamente porque no puede decir eso de otra forma.

Lo peor de todo es que como no se trata de un guión no puedo disimular mi vergüenza y por lo tanto ya no me es posible salir del lugar de periodista ávido de polémica o deseoso de encontrar profundidades o psicología de tv grama y sobretodo porque de periodista no tengo nada. Aunque debo admitir que envidié por un momento eso de buscar la noticia, porque por lo menos me habría permitido entablar algún tipo de conversación antes de que se parara un rato después diciendo que quería caminar. Lo que en todo caso, no me impidió imaginarme un final más de película en donde yo me paraba y mientras hacía de guía turístico le explicaba que en realidad yo entendía lo que quería decir en sus canciones y que yo no andaba buscando la interpretación última ni la relación de las canciones con su infancia frustrada ni sus relaciones de pareja incompletas, sino que yo era un poco como él pero sin su talento para interpretar tan brillantemente la diferencia y la similitud entre uno y lo que te rodea.
Imaginando también una hermosa película donde podríamos olvidarnos por un momento que él era él y yo era yo y que a pesar de nosotros las canciones existían en una especie de realidad paralela en donde él no tenía tan claro por qué las había escrito y yo no tenía otra forma de interpretarlas más que con lo que mi pobre inglés y mi historia me lo permitían. Que eramos dos personas medio perdidas disfrutando de no saber quienes somos esperando la hora para tomar el avión que nos ordene un poco el lugar a donde queremos llegar, aunque sea una ilusión hecha ticket de aeropuerto que podemos dar vuelta en la manos como si fuera un momento palpable que está fuera de nosotros y podemos reembolsar o cambiar de destino.

Como un guión en el que no hay necesidad de pensar que él se fue, que yo no hablé y que tampoco necesité esperar remediar ni mi inglés ni mis modales, ni mis explicaciones.

Porque al fin y al cabo, no hay realidad que pueda colmar esos castillos de naipes que tanto me gusta hacer para sobrevivir.

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