Thursday, March 29, 2007

psico, si



Di vueltas y vueltas y vueltas no porque quiera resolver algo sino porque no sé porque mierda empiezo a creer que por algo estuviste y estás acá recibiendo toda mi psicosis en frasco.
Por ejemplo hoy no iré a trabajar y una persona cuerda se preguntaría por las razones necesarias y suficientes para semejante actitud.
Para mí es bien simple por un lado y complejísimo por el otro.
Simple porque aunque me cueste asumirlo en algún lugar siento que me merezco descansar. Complejo porque ya no tengo 5 años.
Hoy ya han pasado cosas raras.
Escribí 25 páginas hermosas de la 2da novela y no sé cómo cuando subí el ultimo post desaparecieron. Presiento que en cualquier minuto o en un par de meses llegará el silencio máximo con mucho de lo circundante porque mientras más lúcido me encuentro más me alejo de todo.
Sí, compárame si quieres por ejemplo con el idiota de mundo mirando al sudeste no importa.
El punto hoy es que lo que te iba a decir parece que ha tomado forma demasiado incompleta e indirecta en un par de ideas que parece que serán una especie de cuento.
Lo más risible de todo es que no sé bien como te explicaré después cuál es la lógica con que hay que entenderlo. La verdad es que ahora no me da para más que recordar la idea e intentar escribirla, asi que voy. No entiendo cómo es que contigo he hecho lo que siendo lo más incomprensible es más mio pero bueno…..u ok….basta de bastas.

Ella está en su pieza. Acaba de llegar de hacer algunas cosas. Él está en un bar, terminando de tomarse la última cerveza. Está solo, ha salido para distraerse de las paredes de su casa. Ella ha vuelto a su casa para fundirse en sus paredes. Ella lo recuerda y espera su llamada, piensa, al mismo tiempo, que no hay razón para que la llame. Él ha pensado en llamarla, pero piensa, al mismo tiempo, que ya es muy tarde. Ella no quiere acostarse demasiado temprano, ya ha tomado dos cafes y son las 12 de la noche. Mañana no tiene clases.
Pero él no va a llamar, porque ella tiene miedo, y él no tiene sentimientos hacia el miedo. Él siempre dice que no le teme a la oscuridad. Ella le teme. Él quiere quedarse con ella en la memoria de la ocupación de sus tierras. Ella quiere fundar algún tipo de sitio con él. Él ahora ya está medio dormido, pero no quiere dormir solo. Ella se ofrece telepáticamente a dormir con él. Ella entra a su casa pero él no la ve. Él se acuesta sobre un plumón blanco y ella hace lo mismo sin que él se percate del peso de su cuerpo. Él cierra los ojos y prende la televisión, está cansado. No quiere saber nada de nada que lo traslade a algún tipo de dolor. Ella quiere reir, pero tiene miedo de que las manos de él le den, sin siquiera percatarse, dolor nocturno.
Ella no quiere tener miedo. Él cree que ella no teme demasiado.
Ella ya está dentro de la cama de él, pero no lo siente, porque la distancia se olvida de su antónimo y se vuelve todavía más cruda. Él acentúa el movimiento de la cabeza y la acerca a la mano derecha de ella, que al mismo tiempo prende la TV de su cuarto que da al de las miniaturas de buda de los que lo quieren en miniatura.
Ella está en ambos lados, pero nadie lo sabe, lo que hace que el control remoto y la mano de él no tengan ninguna diferencia, suponiendo que ella supone que lo que necesita es algún tipo de ruido. Él se acerca más y ella finge alejarse en un movimiento que demarca el bufoneo constante de la indecisión. Él susurra algo medio dormido, menciona algo de una sonrisa. Ella sonríe porque la televisión transmite un especial de Bill Hicks. Ella cree que él habla de su sonrisa. Él le cuenta de otra sonrisa. Ella cambia de canal porque la risa dura poco. Ella agarra una película de drama, está terminando, y la música final está puesta para el último retazo de estremecimiento.
Ella siente que puede aprovechar de llorar por otras cosas, al mismo tiempo que él le está quitando la almohada que se queda sin querer con una de sus lágrimas. Ella queda tumbada por un aire extraño que le quita la altitud necesaria para la visión. Él se moja la mejilla izquierda, la lágrima arde, está hecha de un líquido que quema como agua hirviendo o libro en Fahrenheit 851. Él se quema y despierta sobresaltado, descubre que se ha quedado dormido con la televisión prendida y se preocupa por si el sleep no funciona. Se acuerda que esa noche no quería dormir solo, pero después del greygoose intuye que ha olvidado todo. Se levanta para preparar café. Hierve el agua con una gota de lágrima que se ha robado de la almohada y que su mano toma ignorante. Saca dos tazas. Prepara dos cafés. Lleva una bandeja de mimbre viejo que odia a la cama mientras mira el agua negra que bordea las tazas y se acuerda de dark water.
Vuelve a prender la televisión que sigue transmitiendo la música de la película esa que no termina nunca. Ahora sólo hay letras que se perfilan en columnas verticales. Trata de buscar el control remoto para cambiar de canal mientras imagina sin saber por qué, que si algún día quisiera llamarla a las 6.30 de la mañana ella contestaría por temor a que hubiera sucedido algo terrible pero después apagaría su celular.
Decide apagar el televisor y tomar el café escuchando música. Revuelve entre sus libros y elige el más idiota posible. Elige “El conjuro de los idiotas” y se vuelve a acostar con la almohada que ya no tiene lágrimas. Ella asume el café como propio y toma la taza que él ha dejado casi al borde de la bandeja.
Él busca fuego mientras los waterboys cantan: He put his flag in the desert, but I need water.
Agarra la almohada que está extrañamente más corrida hacia la izquierda, pero asume que las percepciones de esa noche no son demasiado fidedignas. Ella se incorpora al respaldo y piensa que la almohada se ha caído bajo la cama. Se agacha para recoger la almohada y bota el café que ha dejado sobre la cama por lo que va a la cocina a buscar algo para limpiar. Él asume como propio el error de la caída del café, pero al mismo tiempo descubre que el café está en sus manos y que acaba de tragar un sorbo. Él entiende, enonces, que no sólo hay una taza de café y recuerda que esa tarde ha estado con un amigo.
Piensa que su amigo ha dejado el café sobre el velador y que él lo ha derramado en alguno de los descoordinados movimientos que ha mostrado esa noche.
Ella vuelve de la cocina con un trapo húmedo. Intenta limpiar la mancha que ha dejado, pero el café se adhiere como sangre seca al plumón blanco. No hay manera de sacarla de allí.
El color de la mancha ya no parece de café mientras piensa que ese es el problema de la mirada, ver detalles y patrones que el ojo mirada no ve. Recuerda a uno de sus profesores cuando decía que mirar es a echar un looking como el sexo es a la sexología.
Ella se levanta para ir a ducharse mientras él se queda casi dormido pensando que llueve.
Piensa que es raro que llueva terminado recién el verano, pero le acomoda saber que ha tomado café, en una noche como esa.

1 Comments:

Blogger Siempre said...

Solo puedo decir que voy tener que tomar esto que escribiste, ponerlo en otro documento, e imprimirlo.
Empecé a leer, pero me pasó que sentí que era demasiado para un blog.Prefiero otro formato.

7:52 AM  

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