Monday, March 15, 2010

mar en moto


No analices, haz cosas , te empiezan a decir las voces urgentes de la solidaridad que sólo salen a pasear y con correa en tiempos de catástrofe.
De un día para el otro, los pobres ya acostumbrados a todos los oleajes posibles fueron sepultados tal vez por el único del que nunca llegaron a desconfiar.
Los pescadores que siempre respetaron el mar hablándole en sus mismos códigos, ahora le temen porque ya no sólo ahoga sino que sepulta.
Salir a la mar ha perdido un poco su significado porque es este el que ahora ha venido hacia ellos. Volver a tierra, cuando ya todo es agua se vuelve algo ominoso.
La trilogía de la pobreza se empieza a desplegar entre víctimas, héroes y flaites.
Y basta un estado de emergencia para que sin demorarse tanto, los periodistas salgan a la calle a increpar a los que si les sacan la chucha serán filmados. Nunca antes el periodismo salió a la calle a defender tanto a sus jefes como ahora.
Nunca ha necesitado tanto de héroes y villanos donde baste ser pobre y honesto, para que te den una medalla.
Insólito: devuelven las media aguas, titula la segunda, cuando lo insólito es que basta que pasen un par de días para volver a poner a los pobres en su lugar. O más bien en el que les queremos dar. A vida regalada no se le miran los dientes.
La pobreza siempre ha estado presente pero sólo es entrevistable cuando aparece la naturaleza entre medio. Están palpico pero esta vez no es su culpa. Esta vez es la naturaleza la que los vuelve a excluir y no el sistema.
Por un tiempo corto, los héroes serán los sobrevivientes que no murieron, en vez de los que invirtieron y ganaron más plata. Los héroes no son los que tienen sino los que siguen riendo cuando ya no tienen nada.
Y lo más triste de todo, es que esta vez el ¿Dónde están? no se trata de lo que hiciste o no hiciste sino de algo más allá de nosotros.
Podemos culpar a la tierra pero la sensación es la misma. Los fachos que piensan que los desaparecidos “desaparecieron por algo” son los mismos que ahora nos ayudan a buscar a los muertos del tsunami.
Los militares en la calle para traer la calma a punta de escopeta son los mismos que para muchos son la imagen misma de la desaparición que ahora están para ayudarnos.
Y somos solidarios en las catástrofes, pero volveremos a cagarnos al del lado cuando volvamos a la realidad.
En Dichato hasta a los pacos les costaba no llorar cuando les preguntabas por una calle, tal vez no por no conocerla, sino porque muchas de ellas ya no indicaban nada ni te llevaban a ningún lado. La gente volvía desesperadamente a sus casas a buscar algo que les permitiera seguir reconociéndose cuando ya no quedará ni la nada. Una mujer intentaba arreglar una puerta de una casa que ya no existía. Otra hojeaba un álbum de fotos de una familia que no era suya y lo botaba porque sólo le serviría al que ahí guardara sus recuerdos.
Muchos decían que la luna ese día iluminaba absolutamente todo y que los cerros fueron una especie de estadio para ver la catástrofe como si estuvieran en un estadio. Un arco de futbol sobrevivía aún haciendo todo más macabro.
Una niña evangélica encontró su guitarra y una biblia prácticamente igual a como eran antes y a su perra esperándola en la que ya no era su casa y en la puerta que ya no era puerta después de 3 días.
La valentía y la solidaridad que vi en los campamentos me hizo sentir una hormiga y pienso que ojalá ese Fuerza Chile no se quede ahí en este sólo maremoto sino en cada uno de los que se viven a diario.
Que ojalá no nos alarmemos sólo cuando suena la alarma.
Que no sólo nos preocupemos de los que no tienen nada cuando ya no tienen nada.
Justicia en vez de tanta caridad asquerosa y Francisco, en vez de Don Francisco.

1 Comments:

Blogger yus said...

agree

pero puede ser que se me olvide, tal como va a pasar con la mayoría de nosotros... ojalá y no.

1:13 PM  

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