Monday, April 30, 2007

69 torticolis



Que previsible que es uno y cuánto cuesta la risa cuando ya ningún engaño es posible.
Ayer fui el mejor ejemplo posible de responsabilidad por lo que hoy había que responderle con su extremo.
No me río porque ya intuía que sucedería algo parecido sino que me río de lo que al no tener otra palabra mejor le llamaré ñoñez.
Me río de lo ñoño y de todo lo que me hizo escribir esto de madrugada.
Me río menos de que no me di cuenta que todos ya se habían ido y tuve a Buenos Aires de Madrugada sólo para mí.
Me río con más ganas de los Kinder que me invento para hacerle guiños a la bandera. Me río de mis conversaciones para hacer pasar el tiempo y también de mi sensación de no encajar en ningún lado sobre todo cuando quiero hacerme el interesante.
Me río de lo cada vez más descerebrada que me parece cierta música electrónica y de la gente que me ha querido matar en el pasado por cortar las canciones cuando pongo música.
Hoy no quería bailar pero lo habría hecho si los djs no sólo hubieran tenido el disco de 2 many djs y hubieran puesto más de 10 segundos de Prince en esa mezcla con Daft Punk.
Me he puesto a pensar sentado en una escalera cuánto realmente de la música electrónica se sostiene en ese perderse o dejarse llevar o en ese continuo eterno que a veces me parece descerebrado.
Me he puesto a pensar en los que se creen más libres desnudándose en el forestal o prendiendo todas las luces de la habitación cuando les toca liberarse al sexo.
He pensado en la razón de por qué tanto remarcar la libertad en vez de sentirla con lo que tal vez es también el contrario de una luz apagada. De un no empelotarse para hacerlo.
Pienso tal vez para no existir tanto entre tanta libertad discotequera y añoro un tema que me rompa la cabeza y me pregunto que habría sucedido con un Prince enterito.
Pienso en cuanto del aka del dj se pondría en discusión si pone smiths.
Ya se han ido todos y veo desde la barra, con una cerveza y un vaso de agua, como se despliega este adelanto de año nuevo.
Este arrebato neohippie de brazos abiertos que acepta no conocer lo que se baila porque no hay nombre que ponerle pero que es aceptado siempre y cuando sea continuo.
Siempre y cuando la lógica del zapping sea lo más anónima posible.
Esto es el nuevo baile del perrito pero llamémosle el baile del bajito. Mantenme los bmp, ponme en éxtasis no con las canciones sino con esos discos de 17 minutos hechos para hacerte entrar en el caleidoscopio musical.
Hagamos del olvido de la música un cómplice de la borrachera.
Hagamos de la música una experiencia corporal estilo Castaneda.
Hagamos de todo una enseñanza o algo que deje algo y no se pierda.
Hagámosla un puro presente convirtiéndola en deporte.
Bailemos para adelgazar.
Olvidémonos de la casa que estaba antes de ese confortable edificio alfombrado y práctico.
Entremos en la novedad para ignorar la ignorancia.
Démonos el lujo de saltarnos a New order, a Kraftwerk, a Ultramarine, a Wagon Christ. Creamos que Talk Talk es sólo para refritos ochentenos y Human League para recuentos domingueros de cómo eramos.
Lo nuevo es una jeringa intravenosa que funciona sólo como una experiencia que a veces distingue entre lo pasé increíble o estuvo FOME.
No puedo dejar de lado la experiencia de haber contradicho la idea de que coyote ugly era uno de los grados más graves de vomitividad posibles.
Debo decir que el Barman que tenía sombrero de vaquero y se paraba encima de la barra con un silbato en la boca era 100 veces peor que cualquier escena de coyote ugly.
Los que quieran más pruebas de mi fascismo tendrán un regalo.
No logré no relacionar ese momento con esa escena de The wall de la picadora de carne.
No era una barra donde él se movía sino que era una de supermercado donde la propina a dejar era la vida y dónde hasta el sombrero de Cocodrilo dundee me habría parecido de buen gusto.
Yo no trituraría a nadie pero me pregunto si no se habrá equivocado de vocación y debiera haber sido boy scout.
No sé mucho de ellos pero apuesto a que muchos de los ritos se les parecen.
Tienen algo también de Laura en América y observé que suelen mirar al cielo y copiar horrendamente a Patti Smith o a esos bailes altiplánicos que pueden verse en Jim Morrison pero cambiando el poncho por la chaqueta de cuero.
Otra barwomen que vestía una polera de Rancid me decía que ojalá pusieran Rancid mientras bailaba algo con un ritmo más horrible que un remix de Enrique Iglesias.
Si está prohibido fumar debieran prohibirse entonces también estos ataques de vergüenza ajena, que aún no está comprobada su incidencia en el cáncer neuronal.
Sé que nadie me obligó a ir y que si no me gusta tengo la opción de no estar ahí.
Sé también que me la banco y mi reacción sólo tiene forma de escritura.
También sé que si pones un remix de daft punk y Prince debieras poder poner un temita de Prince en algún lado o por último un Daft Punk.
Es como si leyendo a Paul Auster me entero de que un personaje le debe su nombre a Walter Benjamín o a Thoreau o a Melville y si es que me intereso en ellos después olvide las citas.
Es como si creyera que Benjamín, Thoreau y Melville son una invención de Auster.
Es como decir: “ponte la canción de The Cure”.
¿Es más facho decir ponte “la” canción de The Cure o no bailar otra que no sea esa?
Una vez un clon de Paulina Rubio discutió 10 minutos con ella misma que una canción de The Cure no era una canción de The Cure.
Le mostré la tapa del vinilo, le dije qué canción era y para ella The Cure era “Boys don´t cry”.
Yaaaaaaaa….ponte “la de” The Cure.
Yaaaaaaa.ponte smell like teen spirit…
Yaaaaaaaa…..Mr Dando, toquese miss Robinson……
Yaaaaaaaa. Plant toquese escaleras al cielo……
Yaaaaa Mr Black que le cuesta here comes your man……
Yaaaaa Joe, Big audio dynamite es una mierda, toquese rock the cashbah o esa de should i stay……….
No soy yo…….”la gente” lo pide.
Sé que voy a sonar exagerado pero todo esto me suena a ideología de derecha hablando por los idiotas que no pueden hacerlo.
Hablando de lo “Chile quiere” o “la gente” quiere.
La platea pide algo bailable o más bien tarareable.
La “gente” pide un jingle.
La electrónica de hoy fue como un jingle en la radio de Stalin. Larguísimo pero vestido de una elección no staliniana.
Era la estupidez con máscara libertaria. Era un colado gerber vestido de menú internacional.
Era E entonteiment.
Era la insoportable levedad del querer ser.
Y yo encima lo pasaba mal pueden decir los detractores y pueden tener razón.
En todo caso no pido que se acomoden a mi gusto. Sólo digo que son mediocres. Que hacen bailar con puras bajadas y subidas de volumen. Que hay menos riesgo ahí que en un paseo de Bush por la ciudad.
Que hay 2000000 grupos que o ya han hecho eso o que lo están haciendo mejor.
Que el público de hoy es más dócil que un pollo de super pollo y que su goebelismo me parece detestable.
Por suerte Gustavo en la Cigale puso demasiada buena música para dormirme o insomniarme tranquilo.
El club 69 tiene menos posiciones que Juan Pablo II parchando a John Holmes.

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