Thursday, June 14, 2012

Yonlu: Tan chico y tan gigante

Tenía como 3 ideas para esta tercera columna y todas eran sobre grupos a los que les debes tanto que te cuesta distinguir entre tu sangre y la ajena. De esos que te han seguido en tu historia peor que una garrapata a un perro de verano. American music club, bitter springs y silver jews eran las posibilidades a elegir si es que no me hubiera enterado de que luaka bop(sello de David byrne) editó el disco recopilatorio de Yoñlu(Nick name de Vinicius Gageiro Marques). Así que esta tercera oportunidad se tratará de uno de esos discos llamados compilatorios que más que una suma de grandes éxitos, son una especie de testamento de lo que quedó después del terremoto. Yoñlu nunca editó ni dio a conocer ninguna de sus canciones y se suicida a los 17 años dejando un disco duro repleto de temas que encuentran sus padres cuando la policía revisa su computador. Es difícil no caer en el endiosamiento de la figura del genio incomprendido encerrado entre 4 paredes que paga con su vida el don y el defecto de su hipersensibilidad. Al estilo de un Cristo al que le debemos haber muerto por nosotros. A ese al que le debemos haber cruzado una puerta que nosotros no nos animamos a pasar. La muerte, el silencio y la locura suelen hacerse sinónimos a veces para describir el costo que tuvieron que pagar para crear lo que crearon. Por esta y otras razones suelen sobrevalorarse sus legados como si le estuviéramos debiendo algo o como si hubiera que escarbar hasta el hartazgo, porque tal vez son tan profundos que los equivocados somos nosotros porque no supimos escuchar lo que nos estaban diciendo. Linda Jones, hendrix, Cobain, Buckley, Elliot Smith y muchos más, empiezan a ser interpretados hasta el cansancio, mil veces más que cuando estaban vivos, y aunque tal vez ya lo sabían antes de morir, ya no tienen que sufrir la presencia de todo lo que se dice de ellos. La idea de lo que podrían haberle dado al mundo si siguieran vivos suele ser bastante idiota porque hasta el carnicero de la esquina que murió desangrado por equivocarse entre su brazo y la pata de un cerdo, también podría haber sido un genio de repente. Lo más difícil de escuchar cosas como las que dejó Yoñlu, es que más allá de que a veces no podamos rehuir de pensar qué pasaba por su cabeza, es de esa gente que te secuestra a su mundo y no te deja salir ni aún terminado el disco. No es ni un mimo ni un ventrílocuo ni es forrest gump pero Hay discos como este” “A Society In Which No Tear Is Shed Is Inconceivably Mediocre” (2009) que hacen estéril o idiota andar buscando en las canciones las razones de su muerte, como si hubiera que estar invocando al diablo tocando hasta los discos al revés para que ese descenso del otro al infierno tuviera que ser explicado. Razones para la lucidez, razones para el aislamiento, razones para tanta genialidad precoz y millones de razones que sólo necesitan los que escuchan o los sobrevivientes y en este caso es aún peor, porque las canciones que escuchamos no sabemos si querían ser compartidas por lo que haber podido escucharlas se parece bastante al voyeurismo. Es más una necesidad de los padres de que su muerte tenga en algún lado un mínimo sentido que alguien que realmente haya querido salir de su pieza. Yoñlu mezcla acá todo de una manera asesina y hace de las referencias algo interno que las transforma en algo totalmente nuevo. Él se suicida pero no sin antes hacer nacer todo otra vez.

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