Saturday, September 08, 2007

No es YMCA es AMC






Escribir sobre algo que te gusta más que la mayoría de las cosas es mucho más difícil, por lo menos para mí, que escribir sobre algo que podría criticar. No sé si tiene que ver con ser depresivo o negativo, pero a mucha gente que conozco le pasa lo mismo, por lo que podría llegar a ser una especie de ley universal. En este caso, escribir sobre American Music Club es en proporción con la ley antes planteada, casi imposible.
Sin embargo, tratándose de un grupo como éste, vale la pena cualquier sacrificio.

Incluída esta cita a mí mismo o a mí otro, o si ustedes quieren a mí mismo que es otro, todo esto fue escrito hace casi 13 años en un número de la Revista Extravaganza y recuperado por Pérez no sé de donde.
Lo pongo acá sólo porque quise hacer el ejercicio de transcribirlo de 2 jpeg sólo para saber si iba a estar tan en desacuerdo como para no publicarlo. Y no. Y ser y no ser ese y reconocerse y avergonzarse y querer escribirlo de nuevo y no hacerlo, fue un ejercicio de memoria bastante sorprendente.

Escuchar a Mark Eitzel susurrarte al oído sus historias de amores inválidos y destruídos es llegar donde las teleseries y las tarjetas postales no pueden hacerlo. Es mirar el fondo de un vaso tratando de olvidar y darte cuenta que sólo queda la saliva amarillenta.
Es fumarte un cigarro y ver como se consume al igual que tus recuerdos.
Es darte vuelta la piel y que todo lo que te toque te duela.
Es sentarte solo en la última fila del cine y ver pasar tu vida por delante sin entender bien quiénes son los personajes ni cuál es tu papel en esta película.
Mark Eitzel y su banda no dan nada por entendido y hacen de sus dudas el reflejo de mi soledad y tristeza.
Me dejan caer en el fondo de un vaso inundado de melancolía que, muchas veces, se rebalsa y me aleja de la realidad inmediata para llevarme a sus historias y a sus frases perfectas.
Me creo su ironía, su voz desgarrada, su manera de crear las canciones más complejas de cosas tan simples como una despedida(western sky), una polera(blue and grey shirt) o un perfume (channel number five) y me creo también su capacidad de hacer que todo se vuelva real por un momento o, en ciertos casos, por mucho más tiempo.
Eitzel es como un Bukowski más melancólico y poético; sus letras hablan de antihéroes que siempre están cayendo, de tipos abandonados, de amigos muertos(su mejor amigo murió de sida años atrás), de historias simples que podrían estar sucediendo en la esquina, pero que no todos pueden percibir como él lo hace. En sus manos la soledad es más hermosa y la caída es más profunda.
Si pusiéramos a cualquiera de los llamados cantantes “románticos” a componer una canción de amor como las de él, seguramente sería una colección de clichés estúpidos y repetidos que llenarían las disquerías y las radios, pero que al poco tiempo se olvidaría con la próxima canción de moda.
Sus canciones (Y no saben el gusto que me da que el único cambio del original sea que la única razón de este paréntesis sea decir que lo que venía acá que decía- las de Eitzel- o sea que no eran las canciones de su vecino) son postales que no se olvidan fácilmente. Son pequeños cortometrajes que dejan de ser canciones para tener vida propia. Es el envase con el que se nos presenta para después desaparecer y dejarnos los recuerdos.
¿Quién podría decir que Robert de Niro está actuando en Taxi Driver?
Su personaje ya tiene vida propia en mucha gente.
¿Quién olvida ese “are you talking to me”?
Con las canciones de Eitzel pasa lo mismo; sus personajes son como los amigos que nunca tuve o que, por suerte tengo, pero que jamás son sólo una canción. Son frases que se te quedan pegadas y ya forman parte de ti como:
“Ahora me fui y nada podrá durar a menos que te ame cada vez más(Fearless) o “Ayúdame , ya nada me hace reír, ya nada me hace llorar”(Can you help me).
Escuchar a American Music Club es revolcarte en los recuerdos y pasearte por lo mejor y lo peor de tu vida en unas cuantas historias plagadas de soledad y dolor.
AMC es especial para disfrutar de tu soledad. De lo único que realmente nos pertenece y que nunca nos podrán quitar. Los amigos pueden irse o perderse con loa años. Las mujeres pueden ir y venir. La alegría puede ser más falsa y efímera que un polvo de película porno. La tristeza a veces puede olvidarse con trabajo, televisión o lo que sea, pero es la soledad la que nos llama sin pedirnos permiso.
Cuando los amigos desaparecen, cuando las mujeres parecen haber sido tragadas por la tierra. Cuando la alegría y la risa se transforman en una caricatura de circo de lo que somos, la soledad es la única que nos queda y nos acompaña aunque no la hayamos invitado.
Podemos estar rodeados de gente pero ella es eso sombrío que nos hace de sombra y sigue estando ahí. Se nos pega como esa costra que es peor que la herida que oculta debajo.
La soledad es esa cicatriz que nos avisa que debajo estamos sufriendo o buscando otra cosa que no nos puede dar el resto del mundo.
Es como la masturbación. No dependes de nadie para tenerla pero sólo es posible sentirte solo o tener placer en relación a otro, aunque este sea tu cuerpo.
AMC te hace disfrutarla y añorarla tanto que uno tien ganas de aljearse de todo y volverse aún más masoquista de lo que es.
Hay otros grupos más depresivos pero que carecen de la sutileza, la realidad y la ironía que AMC tiene.
A ellos las historias les salen solas. No quieren hacernos creer que están destruídos y que no pueden más con sus fantasmas internos, sino que sus canciones son tan reales-por lo tanto identificables- que nada suena falso y logran hacernos sentir que eso mismo nos puede pasar o ya nos ha pasado.
Son como un amigo al que escuchas con la confianza de saber que habla el mismo lenguaje o aún más, como esas películas que te marcan y luego piensas en que te podría pasar a ti. O peor, que son tan reales que sales desilusionado porque eso que viste no era una película.
Sus canciones son una mezcla única entre imágenes sacadas de un cine en blanco y negro, de salas de barrio y de literatura sobre puros Bartlebys y los que pudiendo serlo no lo fueron.
Es admirador de Cassavetes, lo acusan de robarle palabras a Bukowski. Se declara influenciado absolutamente por N. Drake, Westerberg y Dylan y si se siente en confianza empiezan a salir Codeine, V. Chesnutt, Palace Brothers, Jack Logan y Stereolab.
Termina esta entrevista diciendo que la mayoría de los grupos nuevos lo aburren porque dicen demasiadas estupideces y yo me pongo a pensar que incluso los estúpidos suelen estar acompañados de los que los llaman estúpidos.
Cuando no se sabe de qué lado estar o incluso no se sabe si ese MI quiere apellidarse mismo o tener una casa o una pertenencia que le quite el acento puedes necesitar un último puerto.
AMC puede destrozarte, pero en ningún sentido, dejarte solo.

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