Thursday, February 02, 2006

la perra muerte 2

Hoy ha muerto mi perro de casi toda la vida que recuerdo.
Tuve un pastor alemán a los 5 años llamado copihue por mi madre que extrañaba Chile pero no lo recuerdo mucho.
Tuve una perra Dalmata llamada Brandy que me sacaba a pasear en skate a los 10 años, que se quedó en Argentina cuando me vine a los 15.
Tuve un airdaile llamado Charly desde los 18 hasta hoy a causa de una insuficiencia renal que hizo que tuviera que ser sacrificado.
La agenda de mis pérdidas se engrosa hoy junto a mi abuelo, la madre de una ex novia, Elliot Smith, Jeff Buckley y Joe Strummer.
Estos 3 últimos y mi perro me hacen pensar en lo que podría llamar una experiencia groupie ya que uno los llora llorando más bien consigo mismo sus propias pérdidas, tal vez porque nunca nos han contestado nada sino que se han convertido en una experiencia controlada que sólo devuelve lo que queremos, o lo que nosotros pusimos en ellos.
Mi novia dice, desde su sabiduría de llevar 6 años conmigo, que me pasa algo raro con los perros y que eso que me pasa es una forma de evadir lo que no quiero que me pase con los humanos.
No lo sé y si controlara mis lágrimas tal vez habría sido actor o le habría dado pena a más de alguna mujer pudiendo mostrar lo que mis palabras ya habían devorado.
Punto ciego, desconocimiento, hoyo negro, llaménlo como quieran pero he derramado lágrimas por mi perro que me he ahorrado en todos los huracanes existentes en el mundo. En este momento uno podría cometer la incorrección política de decir que me importa más Charly que Katrina. Que la mujer que flotaba hoy por el Mapocho era una cifra más de las desgracias ajenas, de lo mal que está el mundo, de lo que quieran nombrar llenando las páginas amarillas de las desgracias del mundo y que no quitará la sensación de que mi perro ya no está.
Lo peor de todo es que mientras más escribo de la ausencia menos escribo de él que no la conoce. ¿Ausencia para quién?.
Recuerdo algunos de los textos que tuve que leer cuando estudié psicología que decía que cuando uno pierde a alguien lo más duro es perder a lo que uno era con ese alguien. Resumiendo, el egoísmo en su estado más puro. Un egoísmo que lamentablemente no es algo a reconstituir sino la base de nuestra relación con el mundo. ¿Qué significa que alguien haya perdido a su perro si lo ubicamos en la cotidianeidad del mundo? Nada.
Lo peor de todo es que esta misma comparación es una estupidez y toda explicación de una muerte podría ser injusta. Lo que no implica que el cielo será de los justos que es una estupidez mayor aún.
Tal vez a veces hay que callar no porque el silencio tenga un sentido sino para no sentirse un impostor.

3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

ayudándote a sentir... un perro es más que una mascota, más que un movimiento de cola, más que un objeto de distracción o compañía... es parte de todo lo que somos mientras están...

soy alarmista y qué: se muere mi perro, se desintegra gran parte de mi alegría...

7:35 PM  
Blogger pablo rosenzvaig said...

salud por la alarma siempre y cuando no sea la de paz ciudadana.

12:24 AM  
Blogger Q said...

Me reconocí en tus palabras... me conmueve más mi perrita que muchas personas en este mundo. Cuando murió Nabila... hace varios años... con tristeza le confidencié a mi mamá que me dolía más que la muerte de mi abuelo. Ella calmada, me miró y mientras caminábamos a casa me dijo... es que ella tocó mucho más tu vida.

2:36 PM  

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