Friday, October 20, 2006

El parche antes de la herida



Eso de que el silencio es un cuchillo es una metáfora bastante piadosa por no decir idiota. Habría que pensar más bien en motosierras o en ausencias. Más que nada en inmovilidades que no acuchillan, ya que hasta el ruido de un cuchillo entrando en la carne nos habría hecho mejor.
Esta idea de que afuera no pasa nada es que lo que corta está adentro, o mejor dicho entremedio.
Ya había pasado antes pero nunca me había puesto a escribirlo, tal vez porque esta sea la única vez en que sé que no está dirigido hacia ella que está al lado en la cama. Ella que debe estar escuchando el ruido del lápiz vikingo, o que tal vez no escuche nada.
Ella lee, yo escribo. Dos formas de no hablar, una forma de controlarme.
Digo que ya había pasado antes porque es de esos momentos en que ya no hay nada que decir porque las explicaciones ya no explican nada más que su erosionada cara de fosíl. No hay forma de explicar lo que me pasa.
¿Cómo decir lo que uno no sabe como explica la parálisis?
Apenas rescato la ilusión de que escribir te hace sentir menos solo o revolcarte en tu propio onanismo de no dirigirte a nadie.
La solución podría ser dormir pero tengo miedo de lo que sucederá al despertar. Soy un miedoso profesional.
Tengo miedo a que cierre el libro.
A que no me dirija la palabra.
A que realmente se haya quedado sin palabras.
A que no lea sino que piense en por qué no le hablo.
A que piense en ultimatums.
A que se haya aburrido de que escriba en vez de hablarle.
A quedarme solo o más bien sin ella.
A volverme romántico o a aceptar que siempre lo he sido.
Podría seguir enumerando mientras ella ya va en la página 20 pero sólo tengo en la cabeza ese momento en donde me dijo: Mira lo que me regaló Pedro, (nota del editor: su único ex en serio).
La persona perfecta. El único que la ha amado en serio. El que hace las cosas bien. El que tiene todo lo que a mí me falta. El que sigue detrás de ella pero no hace nada como perfecta persona que es.
El primero te lo regalan y el segundo te lo venden.
Tengo una caja entera de tricalma y para mí uno vale por tres.

4 Comments:

Blogger alein said...

el silencio es el telón de fondo de las palabras. ¿por qué tenerle miedo?, es el espacio inmaterial para nuestra introyección, para la meditación. aveces compartir el silencio es estar mucho más cerca afectivamente.

un saludo

9:39 AM  
Blogger pablo rosenzvaig said...

tres saludos de tricalma.

5:42 PM  
Blogger Unknown said...

Como soy muy barza, en vez de inventar algo para escribir, cito:

"No tenemos un lenguaje para los finales,
para la caída del amor,
para los concentrados laberintos de la agonía,
para el amordazado escándalo
de los hundimientos irrevocables.
¿Cómo decirle a quien nos abandona
o a quien abandonamos
que agregar otra ausencia a la ausencia
es ahogar todos los nombres
y levantar un muro
alrededor de cada imagen.
¿Cómo hacer señas a quien muere,
cuando todos los gestos se han secado,
las distancias se confunden en un caos imprevisto,
las proximidades se derrumban como pájaros enfermos
y el tallo del dolor
se quiebra como lanzadera
de un telar descompuesto.
¿O cómo hablarse cada uno a sí mismo
cuando nada, cuando nadie ya habla,
cuando las estrellas y los rostros son secreciones neutras
de un mundo que ha perdido
su memoria de un mundo.
Quizá un lenguaje para los finales
exija la total abolición de los otros lenguajes,
la imperturbable síntesis
de las tierras arrasadas.
O tal vez crear un habla de intersticios,
que reúna los mínimos espacios
entreverados entre el silencio y la palabra
y las ignotas partículas sin codicia.
"

Roberto Juarroz es el citado.

8:08 AM  
Blogger Siempre said...

Lo que tenga que se será, y qué tanto, no depende de una, el otro, otra, en su otradad, siempre hará lo que se le venga en gana, el resto, es como digo paja...

11:14 AM  

Post a Comment

<< Home