Saturday, May 12, 2007

sin carnet



La angustia no es un túnel ni hay luces blancas. La angustia es el martillo que si no tiene clavos te clava a la cama. Es la señora anónima que no necesita nombre para que ese famoso túnel sea un barril con fondo.
Es el fondo sin fondo. Son los padres sin hijos. La carta que no llegó. Los hijos sin hijos. Es la insoportable pesadez que perdió el equilibrio pero parece decirte sin palabras que mejor te acostumbres.
Lo normal soy yo. Deja de ponerme sobrenombres. Deja de canjearme como si fuera figurita de infancia. Deja de tutearme por favor sobre todo si el poder de la no palabra es mio.
Si yo soy la que maneja los actos o eso anterior a cualquier palabra ¿para qué sigues creyendo que existe un no cuerpo?
¿Para qué sigues creyendo que ese cuerpo es tuyo?
Mis armas son más potentes que las que tienen los que se creen potentes.
Pánico y Asfixia están dentro de mi arsenal.
Hacer de ese corazón que se hincha de amor una bomba sin reloj también.
Hacer música o desafinar con esa melodía que me gusta tanto llamada taquicardia es uno de mis gustos particulares.
Suelen usarme como ese extremo límite que te vuelve a llamar a la fila pero mi fuerza reside justamente en que no puedo ser usada como ejemplo.
Soy única.
No soy un miedo a las puertas, las escaleras o las alturas.
No soy ubicable ni tengo secretaria.
Soy el extremo del extremo. Soy el límite del cuerpo. Soy la muerte disfrazada.
Los ilusos que han leído demasiados comics o han visto demasiadas películas creen que tengo traje de enemigo que logre distinguirme. Me rio de ellos y de que para cada héroe haya su contrario.
Yo estoy sobre ellos. Yo los he creado. Yo estoy incluso sobre ese Dios que algún día tuvo que crear.
Y me aparezco de repente. Y mientras más intentan nombrarme más fuerza tengo.
Hay gente que cree que diciendo tengo angustia dice algo y yo me cuelo por eso que no dicen cuando me nombran y establezco mi reino ahí esperando.
Cuando dicen estoy angustiado yo todavía ni he llegado pero si sé que ya me compraron un pasaje.
Estoy en las salas de espera y en Fantasilandia.
Estoy con los que hacen deporte de alto riesgo porque ahí tal vez vencen el miedo pero no a mí.
Me regocijo con los trabajólicos y con los que se salvan el día dándole 100 pesos al que pide pagando su culpa diaria.
Incluso he aprendido a hacer yoga y me ha servido para angustiarme menos.
Acompaño a los que buscan un nuevo hobbie.
Acompaño a los que se sienten consecuentes y descanso justo en las grietas de su consecuencia.
Reino en los silencios incómodos y en los que hablan de más.
Me rogocijo con los que dicen tener las cosas claras.
Vivo en las agendas y en los que cuentan los días.
En los que cuentan ovejas o piensan en dormir.
Soy la sin causa. La no precisa. La angulosa, la angosta, la anguila.
La que debiera cobrar porcentaje en el 40% de las consultas que se hacen a diario buscando una causa corporal.
Me duele el pecho voy a un pechólogo.
Mi novia no me quiere voy a un consejero matrimonial.
No siento nada y voy a un sientólogo.
El sexo me complica, voy a un sexólogo.
Ni los psicoanalistas, ni los existencialistas que tal vez sean los que más me han entendido pueden hacer un saber acerca de lo que creen que soy.
Vivo de la fuerza que me dan y mientras más me nombran más aparezco y mientras menos lo hacen y más intentan justificar ese no hacer más estoy.
Jamás habrá una angustiología y habrá que estudiar eso.

2 Comments:

Blogger Mario said...

Quizá la ciencia de al angustiología sea la que mide la entonación con que los seres humanos pronunciamos los versos más desesperados, o alguna rama obsoleta de la medicina que trata de establecer una relación entre la densidad de la sangre y el humor con que te levantaste esta mañana... Siempre la angustia nos hace inventar ciencias de lo imposible. Hasta el pobre Icaro quiso volar sin alas

2:46 PM  
Blogger pablo rosenzvaig said...

entre la densidad del humor me quedo con el mal humor o el humor negro.

3:14 AM  

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