Monday, July 22, 2013

Esta noche Guille canta para mí.

Así empieza.
Llegué muy tarde a la casa azul.
Alguna vez había leído en algún lado que era una especie de pop tontón y un día en el que mezclaba una nueva soltería con tener que salir a correr después de muchos días de cama depresiva mirando el techo estilo Duckie en La chica de rosa, La casa azul me salvó la vida.
Miraba el techo escuchando a los smiths, pensando en esas elecciones entre ser un gran amigo, alejarte o fantasear acerca de las mejores técnicas de femicidio.
La casa azul llegó con Tan simple como el amor.
Por primera vez en la vida llevaba más de 6 días sin escuchar música. Necesitaba algo que no salía en las revistitas listillas del hype y tampoco tenía ganas de buscar.
Me puse las zapatillas para salir a correr y unos audífonos nuevos pensando que alguien que le llama a una canción “el secreto de Jeff Lynne” algo nuevo tendría que decirme.
Me encontré con algo que empieza así:
Y entre sueño y sueño
escucharé sin descansar
todos mis discos al revés
hasta olvidar mi identidad
Y todas, todas las mentiras que dijiste servirán
para hallar el secreto de Jeff Lynne
La segunda canción decía:

Aunque me intento rodear de color Sintes raros y LP's de soft-pop/ Se me escapan de las manos/ Se diluyen/ Todo suena raro/ Sólo sueño con Perderme en mi habitación/ Y construir un universo de estribillos y sonidos de mellotron.
Ya a estas alturas pensaba ¿y yo dónde estaba que llegué tan tarde a esto?
Me demoré 5 días más de correr con esos dos discos en loop para saber que decía sintes raros y soft pop en vez de Sub pop, equivocación que igual funcionaba.
En resumen, y como esto no es un repaso de la discografía de la casa azul, sigo con lo mío.
Hay una relación que uno a veces tiene con ciertos grupos que traspasa lo que se pueda decir de ellos en términos pelotudos estilísticos de revista de moda. Eso sí, creo que si uno se tiene cierto respeto, debe tratar de entender por qué algo te llegó tanto. Así que voy con un seudo argumento de aquello. Para Guille Milkyway no hay diferencia entre el baile y el pensar. No hay diferencia entre la música que escuchaba y la que escucha porque todo es parte de lo mismo.
Cuando habla de los clash o Billie Joel o de los Ben Folds five, jamás suena falso. Y no sólo eso, cuando la gente cree que los mixtapes nacieron con Cusack y que la moda de los mashups es la mejor manera de hacer historia, viene este cabro que mezcla todo de acuerdo no a las modas sino a su cabeza. Y su cabeza es de esas que tienen tanto pero tanto, que usan todo lo que sea necesario para decir lo que necesita decir.
Volvamos ahora a mi running, perdón por no escuchar a daft punk para eso y creer que escuchar a la casa azul se parece mucho más a correr. En eso, Guille Milkyway me ha enseñado mucho porque es como el Belle and sebastian de la pista de baile. Bailar como correr. Bailar para escapar y dejar la pelotudez. Bailar odiando a la rubia tarada, bronceada y aburrida. Hacer bailar con citas que no significan snobismo sino obligaciones. Bailar como parte de la historia. Hacer del baile algo muy parecido a lo que hicieron los pet shop boys y Jarvis haciendo bailar a los common people.
La casa azul tal vez no sea tan conocida porque exige demasiada cita.
Terry Melcher cantaba/Mientras Doris enamoraba a la middle class/Acomodada y ejemplar Terry Melcher grababa Mientras Charlie se equivocaba en Cielo Drive/Y se convertía en rock star/ Terry Melcher cantaba sin parar/ Nadie le escuchaba Terry Melcher grababa en soledad /Y se emocionaba Aunque no hubiera nadie más.
Y yo quiero decirles que hoy termino con esto pero vendrán muchas más partes.
Por ahora les cuento que un día: La casa azul save my life.

No me mires, déjalo, necesito una razón,
un prodigio, un analgésico, una voz.

Sí ...
Esta noche Guille canta para mí
y me lleva de la mano hasta París,
desde Verve hasta Fontana y Daffodil,
esta noche Guille canta para mí.

Esta noche Guille canta para mí,
y hace que por un momento sea feliz,
desde Colpix hasta Phillips sin dormir,
esta noche Guille canta para mí.

Thursday, July 04, 2013

COHEN COHEN COHEN

COHEN COHEN COHEN

Discurso pronunciado por Leonard Cohen en la ceremonia de entrega de los premios Príncipe de Asturias (España, 2011)

"Es un honor estar aquí esta noche, aunque quizá, como el gran maestro Riccardo Muti, no estoy acostumbrado a estar ante un público sin una orquesta detrás. Haré lo que pueda como solista. Anoche no logré dormir, pasé la noche en vela pensando en qué podía decir hoy aquí. Después de comerme todos los chocolates y maníes del minibar garabateé unas pocas palabras pero dudo que haga falta referirse a ellas. Obviamente, estoy muy emocionado por el reconocimiento de la fundación.
Pero he venido esta noche a expresar otro tipo de gratitud que espero poder contar en tres o cuatro minutos.
Cuando estaba haciendo el equipaje en Los Ángeles me sentía inquieto porque siempre he tenido cierta ambigüedad sobre la poesía. Viene de un lugar que nadie controla, que nadie conquista. Es decir, si supiera de dónde vienen las canciones las haría con más frecuencia.
Es difícil aceptar un premio por una actividad que en realidad no controlo. Haciendo el
equipaje para venir, cogí mi guitarra Conde, hecha en España hace 40 años más o menos.
La saqué de la caja y parecía hecha de helio, muy ligera. Me la puse en la cara y la olí, está
muy bien diseñada, la fragancia de la madera viva.
Sabemos que la madera nunca acaba de morir y por eso olía el cedro, tan fresco, como si
fuera el primer día, cuando compré la guitarra hace 40 años. Y una voz parecía decirme:

“Eres un hombre viejo y no has dado las gracias, no has devuelto tu gratitud a quien la
merece: el suelo, la tierra, al pueblo que te ha dado tanto. Porque igual que un hombre no es
un DNI (carnet de identidad o cédula), una calificación de deuda tampoco es un país. Ustedes saben de mi fuerte asociación con Federico García Lorca y puedo decir que mientras era joven y adolescente no encontré una voz y solo cuando leí a Lorca, en una traducción, encontré una voz que me dio permiso para descubrir mi propia voz, para ubicar mi yo, un yo que aún no está terminado.
Al hacerme mayor supe que las instrucciones venían con esa voz. ¿Y qué instrucciones eran
esas? Nunca lamentar. Y si queremos expresar la derrota que nos ataca a todos tiene que ser
en los confines estrictos de la dignidad y de la belleza. Así que ya tenía una voz, pero no
tenía el instrumento para expresarla. No tenía una canción. Y ahora voy a contarles
brevemente la historia de cómo conseguí mi canción.
Yo era un guitarrista indiferente. Sólo me sabía unos cuantos acordes. Me sentaba con mis
amigos, bebía y cantaba, pero nunca me vi como un músico o un cantante. Un día, a
principios de los años sesenta, estaba de visita en casa de mi madre. Su casa estaba cerca de
un parque con una pista de tenis donde íbamos a ver jugar al baloncesto. Era un lugar que
conocía de mi infancia. Me paseé por allí y encontré a un joven tocando una guitarra
flamenca. Me encantó, estaba rodeado de algunas chicas y me senté a escucharlo, me
cautivaba, yo quería tocar así, aunque sabía que nunca lo lograría.
Me acerqué a él y nos entendimos medio en francés medio en inglés y pactamos unas clases
en casa de mi madre. Era un joven español. Al día siguiente se presentó. Me dijo: “Déjame A
escucharte tocar algo”.
Lo hice y declaró que no tenía ni idea. Él cogió la guitarra, la afinó, me la devolvió y dijo: “No suena mal. Ahora tócala de nuevo”. No cambió mucho. La cogió otra vez y me dijo: “Te voy a enseñar unos acordes”. Tocó una secuencia rápida de acordes y luego me explicó dónde tenía que poner los dedos y me dijo otra vez: “Ahora toca”. Pero fue un desastre.
Al día siguiente, empezamos de nuevo con esos seis acordes. Muchas canciones flamencas
se basan en ellos. Al tercer día la cosa mejoró. Aprendí los seis acordes. Al día siguiente el
guitarrista no volvió por casa. Dejó de venir. Como yo tenía el número de la pensión donde
se alojaba fui a buscarlo para ver que le había pasado. Allí me contaron que aquel español
se había suicidado, que se había quitado la vida. Yo no sabía nada de él, de qué parte de
España era, por qué estaba en Montreal, por qué estaba en la pista de tenis, por qué se había
quitado la vida.
Sentí una enorme tristeza. Nunca antes había contado esto en público. Esos seis acordes,
esa pauta de sonido, ha sido la base de todas mis canciones y de toda mi música y quizá
ahora puedan comenzar a entender la magnitud del agradecimiento que tengo a este país.
Todo lo que han encontrado favorable en mi obra viene de esta historia que les acabo de
contar. Toda mi obra está inspirada por esta tierra. Así que gracias por celebrarla porque es
suya, solo me han permitido poner mi firma al final de la última página."

LEONARD COHEN